Pasaje a Chuckyland

Por Omar Genovese


El muñeco de José Retik, Borde Perdido Editora, abril 2024.

Todo muñeco muñeca en la imaginación multiforme del muñón hiperbárico de un enfermo mental oficial de la administración pública que, bajo el amparo de carpeta médica, encuentra nuevo destino en uno artístico: ventrílocuo de la caja de resonancia que es el discurso de un otro, o múltiples otros. Una manifestación de otros que hacen otrajes, que es no hacer nada, y la nada al hacerse hace naderías, y todo así. Algo parece confuso en esta nouvelle.

Y el lector dirá: menos mal que está Retik detrás de este teatro de marionetas lingüísticas, enredando los hilos de una política del ser muñeco, para muñequear la trama, tejer lo insólito como norma, la norma como epifanía, la desazón como triunfo, la pérdida de sentido como un triunfo de la razón kantiana mientras un terremoto deposita la oportunidad de volverse loco por un experimento. O porque en la ficción argentina corresponde que se vuelva loco el texto, era hora.

Existe un salto de mata de un focus group de seres imaginarios para encontrar el camino de la fe en la fantasía del narrador a que el tecno muñeco junior –Bbot, acrónimo de Bebé Robot– apueste todo en los casinos de Las Vegas, como un influencer del pensamiento robótico. Pero en el medio de este paisaje desolado, también desollado, ocurre la disolución de los personajes, enclavados en identidades dispersas, acaso ellos mismos muñecos de una casa donde fracasó Ibsen, pero por descuido. Y la mata saltada tiene efecto narcótico porque el tiempo se dilata.

¿Es el vodevil con un único borracho donde el poeta expondrá su énfasis para que, otra vez, nadie lo escuche? ¿Cuál es el fin del escritor argentino sino el gesto en la reiteración de una estructura paranoica? ¿El muñeco maldito cultural se apropia de su voz y lo hace hablar como si fuera escritor? “El Deep learning es una de las principales tecnologías de aprendizaje automático. Son algoritmos capaces de imitar las acciones del cerebro humano mediante redes neuronales artificiales”, se entusiasma Denisse, amiga científica del futuro ventrílocuo, futura madre coraje del Bbot. Acaso la portadora de la llave mágica carnal para el advenimiento del mesías muñeco robótico que cambiará el mundo para siempre.

Pero también legó el robot con ritmos de algo llamado argot: en algún punto se entremezclan los tonos discursivos como si se tratara de doblajes neutros en una serie televisiva sin público aparente. Lo siniestro es eso cotidiano que quedó grabado en la memoria del lector, un murmullo de otra lengua traducida a una confesión forzada por la quietud de la soledad existencial más llana.

Porque a la literatura argentina nadie concurre, ni que se ofrezca como espectáculo de circo. Ni aunque tenga su muñequito haciendo cosas de muñeco. Pero Retik insiste, no da descanso al humor ni a la conciencia de que el relato recibió una invasión delirante por la llegada de un chamán, acaso reencarnación de un Chasman. Pero el estilo es único y el muñeco también, casi estrella de cine decadente busca su doble en la lectura.

Publicado en el Suplemento Cultura de Perfil Diario el 21/04/24